Antes Despues

 La afición a la vida de los animales y a todo ser vivo me ha fascinado desde la infancia. Soy la más seria de  mis hermanos. Ellos han disfrutado de emociones fuertes, no ha habido ningún deporte que se les resistiera, cuanto más peligroso mejor. Lo último en sus locuras, ha sido ir de un sitio a otro del planeta, en avioneta.

 Son gemelos y a cual más temerario. Siguen siendo como niños, a pesar de haber cumplido ya los treinta. Mi hermano mayor, nacido antes, por cinco minutos, se llama Michael como mi padre, le decimos Junior, para diferenciarlos, mi hermano pequeño le han puesto el mismo nombre que a mi otro abuelo por parte de mi madre, Steven. Son como dos gotas de agua, es difícil distinguirlos si no perteneces al clan familiar. Se parecen más a mi padre. Su pelo aunque es parecido al mío, es rubio oscuro y los ojos son castaños claros. Por lo demás se nota que somos hermanos, me llevan una diferencia de ocho años. Tengo veintidós, y he sido más una mascota para ellos que una hermana. Me quieren mucho, y se pelean por defenderme ante cualquier difícil situación. La verdad, es que son muy protectores, más que mis padres, ellos me han espantado cualquier posible amigo más íntimo. Siguen viéndome como un bebé. Los extraño mucho.   Por eso si me vieran en estos momentos, se morirían del susto. Estoy a punto de ir a recorrer todo el Polo Norte, para encontrarlos. Rezo todos los días porque hayan sobrevivido al accidente. No he podido vivir tranquila estos últimos meses, sin tener noticias del paralelo donde se encuentran. Todos mis abuelos están destrozados. Hemos hecho todo lo humanamente posible para rescatarlos, pero no ha habido suerte, la última esperanza la tienen depositada en mí. Ojalá sea posible y un milagro me ayude a traerlos de vuelta a casa.

Están preocupados, por miedo a que tampoco regrese en mi escapada a las altas montañas. Los pobres son muy mayores y se aferran con uñas y dientes a la única nieta que tienen.

Les he prometido que volvería sana y salva y con varios ocupantes más. Es el último recurso que tenemos.

Son las siete de la mañana, es invierno y empieza a caer un poco de lluvia, la temperatura no es muy fría, nos hemos reunido todos en el hangar de la propiedad de mi familia. La avioneta está ya preparada para despegar.

Mis abuelos no paran de darme consejos y abrazarme con lágrimas en los ojos. Soy yo la que los tiene que consolar. Pobrecillos, soy su única esperanza y me quieren con locura. Como yo a ellos.

Mis abuelos, Michael y Steven me dan unas palmadas de hombretones y me abrazan como si fueran unos osos. Intentan disimular su angustia ante mi partida, y sonríen con afectación.

Carolina y Karen, mis abuelas, lloran sin parar, y me besan todo el tiempo. Se aferran a mi y no quieren soltarme. Es lo más duro que han tenido que hacer.

          -Carol, cuídate mucho, mi dulce niña. Nos gustaría acompañarte en esta travesía, pero si vamos, no cabrían los supervivientes en la avioneta. Y los años, nos causan estragos, seríamos para ti, un estorbo en vez de una ayuda. (Se despidió dándome grandes besos y abrazos, mi abuela Carolina, yo me llamaba igual que ella).

Karen, me rogó que volviera sana y salva, mi supervivencia era lo más importante, y que encontrara lo que encontrase, regresara a casa al amor de sus brazos.

          Los besé a todos y nos despedimos.

Empezaba la aventura en estos instantes.











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