Antes Despues

Menos mal que domino bastante bien cualquier idioma, enseguida lo aprendo. Es un don muy preciado con el que he nacido, ya me puede hablar en chino, que no hay problema.

 Cualquier manuscrito en lenguas muertas lo traduzco como si fuera mi idioma materno. Unos cuantos años en la Universidad me han proporcionado ser la mejor experta en descifrar Códices.

 Trabajo no me falta, soy selectiva a la hora de ofrecer mis servicios. En estos momentos no me apetecía viajar tan lejos. El incentivo ha sido muy sustancioso y mi curiosidad ha podido en la balanza.

Soy la hija pequeña de una familia muy numerosa. Mis padres son muy mayores, están jubilados y se dedican a practicar sus hobbies. Son adictos a intentar descubrir los crímenes que no han sido resueltos.

 No es para menos, mi padre ha sido policía toda su vida y mi madre siempre le ayudaba a capturar al malo con sus pesquisas. Salen muy temprano hacia la biblioteca más cercana de nuestra casa, en busca de noticias sobre asesinatos en la sección de la hemeroteca. Cuanto más antiguo es el caso más disfrutan de su afición.

Mis seis hermanos, todos varones, están relacionados también con el crimen. Marlon, el mayor, es  jefe superior en la jefatura de un pueblo de Alaska, vive felizmente con su mujer Adelaida.

 Jeremy, es detective privado, sigue soltero a pesar de sus muchas conquistas, tengo que decir que son todos guapísimos, y aunque ya son maduritos, tienen un sexapil y un atractivo que dejan cautivadas a mujeres de cualquier edad.

Rubens, ejerce de abogado del estado aquí en Montreal, siempre defendiendo a los inocentes. Va ya por su quinto hijo, creo que quiere batir el récord de nuestros padres.

Alex, trabaja de  policía militar en Arkansas, su esposa Trudy también lo es y no desean tener descendencia.

 Oliver y Robin son gemelos idénticos y los más benjamines de los chicos. Ya han cumplido los treinta y patrullan por las calles de mi ciudad. Están solteros y son unos rompecorazones, algún día una chica sensata los atrapará, y entonces sí que me voy a reír. 

Todos los hombres de mi familia me sobreprotegen, no ha habido chico que me acompañara hasta la puerta de mi casa, que no sufriera un severo interrogatorio y  duras amenazas si se sobrepasaba conmigo.

Así he llegado a la edad de veinte años, sin un novio, prometido o amigo íntimo. Esta vez voy a escapar de sus garras y a aventurarme a cruzar el charco hacia otro continente.

 Allí menos mal que no tengo ningún pariente que me persiga, ni tíos, ni primos, ni conocidos de mis familiares para vigilarme… Es el punto fuerte a favor de hacer este viaje. Comenzaba a perder la paciencia con tanto atosigamiento. No les gusta que trabaje por mi cuenta. Quieren tenerme controlada mañana, tarde y noche, y si en un futuro lejano formo una familia, deberá ser mi esposo un respetable hombre de ley.

  Mis amigas no dan crédito a mi falta de romance. Lucy y Veronique siempre me animan a independizarme e irme de casa. No saben lo que dicen, con tantos machos dominantes no hay quien dé un paso en falso, y mis padres son muy acaparadores conmigo. Piensan que soy de porcelana y  en cualquier momento me puedo romper.

 Mi aspecto físico así lo indica, tengo cara de niña pequeña en forma de corazón, mis ojos son redondos y de un verde cristalino, las cejas muy finas doradas al igual que mi media melena rizada. La nariz es recta y los labios son rosados y un poco gruesos, mi sonrisa es de traviesa con mis dientes casi perfectos, un poquito más grandes de lo corriente, al igual que mi boca. Soy de estatura normal, un metro setenta y muy delgada. Cualquier prenda de vestir me sienta estupendamente, ya sean mis vaqueros o mis faldas cortas. Llevo normalmente lentillas y por las noches me las quito para descansar de ellas y me pongo mis gafas. Son muchas las horas que dedico a escribir, leer y traducir textos de todo tipo.

Mis padres Mary y Sean van a llevarme al aeropuerto, no sea que me pierda en el camino. Están al llegar, solamente me falta arreglarme un poco con el brillo de labios y estirar los rizos. Llevo un traje pantalón diplomático y una blusa de seda blanca abotonada hasta el cuello, mis zapatos son de vestir con tacón alto. Cuando llegue al asiento del avión, me los quitaré y estaré descalza.

 Tengo todo programado hasta llegar a mi destino, de eso se han encargado todos mis hermanos, incluso el cambio en euros me lo han hecho ellos. Los planos  por duplicado,  el coche de alquiler está apalabrado en el aeropuerto de Milán. Desde allí hay un trecho muy largo con sinuosas curvas casi hasta la frontera con Austria.

Llaman desde el vestíbulo. Allí están mis adorables padres.

 (Alzando la voz desde mi habitación) -¡Ya bajo! ¡Papá, vete colocando el equipaje en el coche! ¡Enseguida estoy con vosotros!

Di un repaso por todo el dormitorio por si dejaba algo importante. Todo está muy recogido. Soy muy meticulosa.

(Me despedí mentalmente de mi hogar. Hasta pronto).











.: Para seguir leyendo debe comprar el libro :.





Comprar Ahora