Antes Despues

¿Desea que le recoja su capa, para estar más cómodo?

-¡No! Usted perdone, tengo demasiado frío como para quitármela.

Estaba metido en un buen lio. Había sido atacado por una bestia en los alrededores de mi Castillo, cuando cabalgaba a caballo por la noche. Se echó encima y me tiró al suelo huyendo despavorido mi semental.
Unos brutales mordiscos por todo mi cuerpo me dejó medio muerto, en mitad del bosque.
Gracias a mi fiel sirviente Luwich, que me encontró. Hoy puedo estar aquí, para investigar las secuelas que me han quedado.
Estoy muy preocupado. Mi aspecto cambia por momentos cuando llega la noche y la luna está brillante.
No puedo mostrar mi rostro a esta bella joven. Si lo viera se asustaría y creería que está ante una fiera.
Es el único lugar donde puedo recurrir para estudiar mi dolencia. En todo el condado, tiene fama la mansión de la familia Anderson, por poseer la mayor y mejor colección de incunables, manuscritos y papiros.
Esta muchacha debe ser una descendiente de ellos y es tan generosa que comparte con los aldeanos sus tesoros.

-Caballero, tome la taza de té, le calmará los temblores del frío y con una porción de mi tarta de chocolate, se encontrará mucho mejor.

-Gracias.

Me sonrió la joven con mucha dulzura. No me había fijado bien, casi derramo el contenido de la taza ante tanta belleza. No parecía real. Su hermosura eclipsaba a cualquier astro del cielo. Soy un estudioso de la Astronomía y Astrología, y nunca vi semejante brillo y esplendor. Es maravillosa y mágica no se puede comparar ni siquiera a las estrellas.

Sus ojos violetas con largas pestañas negras, su cabello como el ébano largo y rizado, su piel como el terciopelo blanco, su nariz un poco respingona, sus pómulos marcados, su barbilla con un hoyito en el centro y los carnosos labios rojos que me dan ganas de devorárselos.

¡Qué me ocurre que casi no puedo controlar a la bestia que habita en mí! ¡Tengo pensamientos ardientes con esta bella joven!

-Caballero si no es indiscreción, ¿no es de nuestra aldea verdad? Se lo pregunto porque no creo haberle visto por aquí en los últimos meses desde que vivo en la mansión familiar.

-Sí, lo soy.
Aunque, no voy al pueblo casi nunca, me quedo en mis tierras al otro lado del río.
Su tarta es exquisita. (Como tú)

-Muy amable caballero. Me gusta mucho la repostería y cada día hago un pastel y se lo ofrezco a nuestros aldeanos, cuando vienen a pasar la tarde leyendo un libro.

-No me imaginé que supieran leer alguno de ellos, excepto el párroco claro.

-No sabían, pero les estoy enseñando. Si le soy sincera no sé si vienen por el interés de aprender o por probar los dulces.
Los pequeños muestran más interés y aprenden más rápido, también tienen más facilidad para llenar sus mentes con historias fantásticas.
Muchas veces, comienzo a leer un libro, para todos los congregados en la biblioteca y se quedan escuchándome, como si de un hada se tratara. Les embrujo con la lectura, llevándoles a mundos mágicos y lugares maravillosos, donde reina el amor sobre lo malvado.

-La creo señorita. Tiene una voz muy dulce y es tan encantadora…

-¿No pensará de verdad que soy una bruja o una hechicera?

-Por supuesto que no. (A mí me ha hechizado) Pero nuestros queridos parroquianos se quedaran embelesados ante su candor y belleza.

-No creo tal cosa. Son las historias las que les hacen soñar, no una simple dama normal y corriente como yo.

-Señorita, ¿usted cree en hechos extraños, que se escapan de nuestro control y no son de nuestra naturaleza?

-Sí. Existen seres en este mundo que no pertenecen a él y viven fuera de las normas sociales.

-¿Ha conocido algún ser que no era humano?

-He estudiado casos muy fascinantes de hombres que han cambiado su aspecto y se comportan más como bestias que como caballeros.

-¿Por casualidad en su biblioteca, no hallaremos algún libro que pueda orientarme sobre hechos sobrenaturales?

Sonrió.-Está en el lugar adecuado. Son las lecturas más entretenidas que haya leído y las que más me apasionan.
No se mueva de aquí, le traeré unos cuantos manuscritos que le pueden poner la piel de gallina.

Me cogió la taza y el plato vacío de la tarta.-¿Quiere un poco más caballero?

-Si es tan amable, no me importaría repetir de su excelente té y pastel de chocolate.

-Con mucho gusto caballero le ofreceré otra porción, ha tenido suerte, hoy ha hecho mucho frío y mis amigos lectores, no han salido de sus casas tan habitualmente como otras veces, si no, no quedaría nada de la tarta. Y créame, es su debilidad.

Le dejé con otra taza de té y un plato con la tarta de chocolate que sobraba. Encendí todas las lámparas de aceite, para ver mejor las estanterías de los libros.

Subí a la escalera y comencé a buscar todos los manuscritos que trataran sobre hechos insólitos.

Era casualidad que mi acompañante también disfrutara con una buena historia fuera de lo común.

Todavía no había querido quitarse su capa ni los guantes y no me miraba casi a la cara cuando le hablaba. Era muy alto y fuerte, mi cabeza le llegaba a la altura de su mentón, pese a mi esbeltez. 

Algo ocultaba y cada vez tenía la voz más ronca y me parecía oírle gruñir. Y el estar tanto tiempo cabizbajo, me preocupaba. Esperaba que no le aquejara al caballero alguna enfermedad.

Suspiré y seguí rebuscando hasta en el último rincón, cualquier tratado extraño para su lectura.

-Caballero, he hallado unos cuantos ejemplares que le podrán ilustrar sobre el tema a tratar.
Le retiré la taza de sus grandes manos enguantadas y el platillo.
Si lo desea podemos empezar por vampiros o brujos de magia negra…

-Hum…Preferiría algo más salvaje. (Grrrr)

-Le comprendo perfectamente, desea la lectura sobre hombres-lobo. Son las historias que más me apasionan.
Imagínese un caballero, que de la noche a la mañana. cambia todos sus hábitos y se transforma en una criatura feroz, atacando cuando hay  luna llena, a todas las victimas que encuentra en el bosque.

-Sí…Por favoorrr…Grrrrr…Léalo para mí…











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