El sueño de Knut y AineRelatos Románticos y Fantásticos.
Volumen VII
Ana |
Edición en formato digital: mayo de 2011
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PARA MIS TRES AMORES, MIS HIJOS ANA Y RAÚL Y MI MARIDO JUANJO, SIN ELLOS HUBIERA SIDO IMPOSIBLE CREAR ESTAS HISTORIAS.
Con una taza de café en la mano, a primera hora de la mañana, comencé a buscar en el periódico algún anuncio de trabajo.
Acababa de terminar mi doctorado en ingeniería mecánica y deseaba poner en práctica todos mis conocimientos.
En la Universidad de Tecnología de Múnich, comúnmente conocida como TUM, me habían ofrecido, un puesto como adjunta en una Cátedra, por mis excelentes resultados, en mis investigaciones y estudios.
Me encanta todo lo relacionado con la ciencia aeroespacial. Desde pequeña, me ha impresionado la vida de los astronautas, los viajes al espacio, todo el movimiento automotriz, la compleja construcción de una nave espacial, incluso cualquier aparato que sea capaz de surcar los aires.
Es muy difícil hallar un puesto, que implique ponerme un mono de trabajo, diseñar piezas o incluso bajar a un laboratorio y experimentar con la electrotécnica, la química y la mecatrónica.
Mi mayor deseo es diseñar maquinarias más desarrolladas, que faciliten su utilización para la población mundial. Y transformar la energía que poseemos, para nuestro mayor avance.
Hay pocas empresas que se dediquen a la investigación y desarrollo aeroespacial.
Tendré que intentar encontrarlo muy pronto. Cada vez me quedan menos recursos financieros. He estudiado con becas, y gracias a ellas he podido terminar la carrera.
Provengo de una familia humilde. Mis padres se dedican a la cría de caballos en Irlanda. No les falta dinero, pero no pueden permitirse el lujo de tenerme en el extranjero, pagando todos mis gastos de casa de alquiler, y manutención.
Vaya aquí hay un anuncio que me puede interesar. Es el único en todas las páginas que he leído y casi no lo he visto. No sé si se adecuará a mi formación:
“Se necesita un ingeniero técnico, para desarrollo de un prototipo aeroespacial…”
La dirección es un poco extraña. Tendré que buscarla en Internet. Si no la encuentro, me lanzaré a la aventura.
Con los pocos ahorros que me quedan, sacaré un pasaje en tren hasta la Península Escandinava y desde allí encontraré el camino de la base, donde se diseñará la aeronave.
Dejé el apartamento, donde compartía habitación con otras tres chicas estudiantes, venidas de distintos puntos de Europa.
Escribí una carta a mis padres, diciéndoles donde iba a residir, para realizar una interesante investigación y ganar un buen salario.
Hice las maletas y me compre ropa de abrigo. El lugar al que me dirigía sería muy frio, con unas temperaturas por debajo de las habituales a las que estaba acostumbrada.
Tampoco quise llevar demasiadas cosas en mi maleta, tendría que recorrer muchos kilómetros en tren, hasta Dinamarca y desde allí coger un Ferry y trasladarme hasta los Fiordos Noruegos.
Busqué mapas para conseguir llegar hasta mi destino.
Me despedí de todos mis amigos, compañeros de Universidad y profesores y emprendí mi viaje.