Antes Despues

Él era el defensor de los más débiles y sin recursos. Todos sus clientes le adoraban y los compañeros de profesión. Fue un golpe muy duro para todos perderlo tan repentinamente de la noche a la mañana.

-Vamos Rufus corramos un poco y hagamos algo de ejercicio tenemos que estar en forma para el nuevo comienzo del curso universitario. Ojalá te dejaran entrar conmigo en el campus, pero no sé si admitirán animalitos de algún tipo o de tu tamaño. (Le abracé y besé en la cabecita). Te quiero tanto mi grandote y fiel amigo. Venga echemos una carrera hasta llegar al último árbol del parque.

-¡Espérame corres demasiado! ¡Te alcancé! ¡Uf estoy agotada! (Removí el pelaje de Rufus). Eres un excelente perro. Cuando volvamos te daré un gran desayuno para recuperar lo que hemos perdido con el ejercicio.

Volvimos paseando estaba toda empapada por las altas temperaturas que teníamos en verano. Se pegaba mi camiseta y mis shorts al cuerpo. Bebí un poco de agua de una fuente muy fresquita, cuando un balón de fútbol me golpeó en la espalda. Al darme la vuelta vi a un hombre que venia corriendo con una sonrisa de inocencia en la boca. Se acercó a mí y antes de poder pronunciar una palabra, él empezó a cotorrear como si tuviera la mentalidad de un niño de ocho años. Me quedé con la boca abierta. Su aspecto físico sería de un joven de veinte años por lo menos y era guapísimo con el pelo negro y los ojos de un azul muy claro, que contrastaban con su piel tostada por el sol, su nariz era un poco grande al igual que su boca con unos dientes muy blancos y perfectos. Pero no desentonaba por la altura que tenía, mediría más de un metro noventa. Le llegaba por la barbilla y eso que yo soy muy alta con mi metro setenta y ocho. Se quedó mirándome detenidamente. –Señora tiene un perro precioso, ¿Cómo se llama?

-Es Rufus. Puedes tocarlo si te apetece es muy bueno con los niños y cariñoso, los adora.

(Con una gran sonrisa se agachó y pasaba la mano con mucho tacto por el pelaje del San Bernardo acariciándolo el lomo, la cabeza como hipnotizado).-Guau, es magnifico su perro.

Yo tengo tres Rottweilers en el castillo de Escocia, pero mi papá no me deja jugar con ellos, dice que me podían comer de un bocado. Se lo puede imaginar, señora, con el tamaño que tengo. (Soltó unas carcajadas).

-Tu papá tiene razón podía ser peligroso. Son unos canes muy agresivos y están para defenderte más que de compañía. Si lo deseas puedes jugar un ratito más con Rufus, el solamente tiene nueve meses aunque le pasa como a ti, ha crecido mucho para ser tan pequeño de edad.

-¡En serio me deja estar con él! ¡Gua es yupi! (Le tiró la pelota y Rufus intentaba morderla, el niño-hombre se reía sin parar).

-Si te ha gustado jugar con Rufus, vengo todos los días a correr a este parque sobre las ocho de la mañana. Si tu papá te deja venir puedes acompañarnos. Ahora, cielo, tengo que marcharme hay que dar de comer al grandullón si no se pone con carita triste.

-¡Yuju! Mañana “volveré” como decía Terminator en la peli. ¿Señora usted la ha visto? (Yo asentí ante su cháchara). A qué es fantástica, yo tengo todas las cintas de video. Si viene conmigo a Escocia con Rufus estaremos viéndolas todos los días y jugando con mi espada de rayos laser que me compró mi papá el año pasado por mi cumpleaños. ¡Va a ser hiperdiver! (Iba a salir corriendo con su balón cuando le grité).

-Hum, ¡Niño! ¿No me has dicho cómo te llamas? ¡Yo soy Pamela. Puedes decirme Pam!

-¡Gregory! ¡Puedes decirme Greg! (Riéndose a carcajadas se marchó a toda velocidad y desapareció de mi vista cómo había venido).

-Bueno Rufus, ya tenemos un nuevo amiguito para jugar. Es muy agradable y simpático. Estaría con su padre. No creo que le dejen solo por ahí. Aunque su apariencia física sea de un adulto. Es un caso curioso. Guardaremos el secreto entre tú y yo no queremos que mamá piense cosas extrañas sobre mentes infantiles en jóvenes.

Enseguida llegamos a nuestro pisito. Esperaba poder trabajar en la Universidad para ayudar a mi madre con los gastos de la casa. Con su sueldo no nos llegaba para que pudiéramos disfrutar de las pequeñas cosas de la vida como ir al cine o a cenar a un restaurante. En fin aunque tenía beca de estudios a lo mejor en el recinto del Campus se necesitaba alguna camarera o limpiadora o ayudante de algún catedrático aunque fuera para hacer fotocopias o escribir en el ordenador…

No solamente mi padre se llevó la alegría en nuestras vidas si no que nuestro modo había cambiado drásticamente al no ingresar los honorarios de él en el bufete de abogados. Cambiamos de casa y nos trasladamos a vivir a esta especie de apartamento con dos pequeñas habitaciones y un salón-cocina-comedor en una misma pieza, con un cuartito con una ducha.

La mayoría de los muebles los vendimos al igual que mucha de nuestra ropa y toda la de mi padre en algún mercadillo. Por desgracia no se había hecho ningún seguro de vida. Pensaba que aquello no iba con él.

 Sin embargo mi madre fue lo primero que hizo al quedarse viuda para que no me faltara algo de ayuda por si a ella le ocurría algo. Yo insistí en que me hiciera uno para mí por si era al contrario. Por supuesto puso el grito en el cielo y se enfadó conmigo por mi ocurrencia. Ella estaba capacitada para cuidarse sola y a ambas. Yo no estaba de acuerdo y cuando tenga mis propios ingresos será lo primero que haga. Redactar un testamento dejándola todo lo que posea y mi seguro de vida o de accidente. La muerte de mi padre me ha enseñado que nadie puede controlar el destino que nos espera, no sabemos cuando nos llegará la hora y he llegado a la conclusión que también nacemos de casualidad.

Tengo que vivir disfrutando de las pequeñas cosas que se nos van presentando día a día e intentar estar lo más cómodos con nosotros mismos y con los demás, prestándoles más atención y dando más amor.

¡Uf! Me estoy poniendo un poco filosófica y sentimental. Últimamente noto un poco distraída a mi madre. Hay algo que la preocupa y no se atreve a decirme.

-Rufus, perrito, intentaremos aclarar este asunto con ella. Si es que la vemos algún rato en casa, porque no se la ve muy a menudo. ¿Tendrá algún amante secreto? ¿Qué entretenimiento se habrá buscado cuando sale del trabajo? Pone escusas muy pobres: ”He perdido el tranvía” “Me encontré con una amiga y se nos fue el tiempo” “Tenía mucho trabajo en la oficina”…Demasiadas casualidades le ocurre todos los días. Algo se trae entre manos, a mí no me engaña, la conozco desde hace dieciocho años. Y sé cuando trata de disimular y camuflar la verdad.

Yo la quiero mucho quizás mi padre influyó en nuestra fría relación cuando competíamos por recibir sus atenciones. Él en el fondo disfrutaba con sus dos mujeres como nos llamaba. Para colmo somos muy parecidas físicamente. Las dos somos muy delgadas y esbeltas, con el pelo rizado y color magenta, yo lo llevo largo hasta la cintura y suelo recogérmelo en una cola de caballo. Ella se lo alisa y se lo corta a la altura de su barbilla. Los ojos son en forma almendrada de un tono verde oscuro, la piel muy blanca, la nariz recta y los labios carnosos y rojos. Alejandra como se llama mi madre cuando se enamoró de Bob mi padre, era diseñadora de moda y antes había participado en desfiles de modelos. Siempre ha sido una mujer muy guapa y despampanante. Los hombres siempre se fijan en ella cuando entra en cualquier restaurante. La verdad que Alejandra no les presta la menor atención y ella me dice lo mismo de mí, que todos se quedan impresionados con mi belleza y estilismo. ¡Vaya dos! Nosotras ni nos fijamos.
Realmente a mi no me interesa el glamur de las fiestas ni los desfiles, ni la belleza. Deseo seguir los pasos de mi padre con las leyes y centrarme en mis estudios.











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