Antes Despues

Llevaba un traje de chaqueta con falda azul marino, por encima de las rodillas, una blusa de encaje blanca, medias de rejillas del mismo color y los zapatos de piel azul haciendo juego con el tono del traje. Por  lo menos podía andar con ellos, sin tropezarme y caerme de bruces, haciendo el más espantoso de los ridículos. En realidad no me gustaba mi trabajo de modelo internacional.

 

Este iba a ser mi último pase. Había ahorrado el suficiente dinero, para costearme un viaje a Namibia. Toda mi ilusión desde pequeña, siempre ha sido cuidar a los animales salvajes de África. Y admirar los desiertos, de kilómetros y kilómetros de arena y perderme en ellos.

Mi padre es un estudioso biólogo, amante de la naturaleza y vida salvaje.

Casi nunca nos vemos, él pasa la mayor parte de su tiempo, entre leones, jirafas, monos, tigres…Se encarga en Namibia, de una Reserva de animales con dificultades, ya sean por maltratos o por alguna enfermedad o anomalía en su crecimiento.
También hace tours y los turistas, aprecian en su estado libre, todos los seres vivos.

Él es feliz allí. Yo le acompaño únicamente los veranos, en mis vacaciones.

Tengo un título de veterinaria, y mis sueños están a punto de convertirse en realidad.

Desde que tengo uso de razón, he vivido con Malika y Maribel en Madrid, allí he nacido y cursado veterinaria, en la Universidad Complutense.

Mi madre contrajo un virus después de mi nacimiento y nada se pudo hacer. Ella también adoraba África, sus paisajes, sus pobladores, la vida en estado puro y a mi padre sobre todo.

Él se sintió culpable, tras su muerte. Viajaron conmigo recién nacida hasta la Reserva y contrajo la enfermedad mortal, en su estado de debilidad.

Su cuerpo reposa en Namibia, creo que por eso mi padre, no se ha movido nunca de allí.

Tuvo miedo por mí y regresé a España con una nativa, para que me cuidara. Me ha protegido como a una hija y he aprendido a la perfección su dialecto tribal. Regresaremos las dos juntas a nuestro verdadero hogar.

 Y ahora puedo conseguir mis logros y volver al lado de mi amado padre.

Estoy un poco preocupada, hace más de un mes que no he vuelto a saber de él. Temo por su salud, la última vez que hablamos por teléfono, le noté muy decaído. No quiso explicarme nada de lo que le ocurría.

Cuanto antes viaje a Namibia me sentiré mejor.

Por fin he terminado el desfile.

-¡Mónica, has estado genial! Seguro que la jefa suprema, no querrá dejarte marchar. Sabe que tú eres, su mejor modelo, la más disciplinada, profesional y por supuesto bella.

-Maribel, eres un encanto. Y exageras bastante. Sin tu ayuda y consejos nunca hubiera llegado tan lejos en esta profesión.

-Bueno, te quiero como a una hija. Y haría por ti, lo que fuera porque fueses feliz.

La besé su arrugada mejilla.-Lo sé mi adorable amiga. Tú eres una artista con la aguja de costura y has dedicado toda tu vida a confeccionar los trajes de los más grandes modistos y modistas. Ya es hora de jubilarse y empezar a vivir una aventura. Deseo que vengas conmigo y con mi Tata.
Saldremos dentro de un par de días, mientras ultimamos los preparativos.

Me abrazó con lágrimas en sus apagados ojos y muy emocionada afirmó con un gesto en su amable rostro, que me acompañaría.

Mis compañeras, estaban afligidas ante mi despedida. Todas prometieron visitarme, en las tierras lejanas africanas. Si no era por motivos laborales, lo harían para disfrutar de unas exóticas vacaciones.

Madame Fifí, como la llamábamos entre nosotras. Nos felicitó por la gran actuación en la pasarela y me miró con gran pesar.

-Mónica, piénsatelo. Estás en la cumbre y tendrás ofertas más beneficiosas. No se te ha perdido nada en África. Es una pena desperdiciar tu talento y belleza en unos salvajes.

 

-Madame, mi Mundo está en Namibia. Amo cada rincón del país, a sus habitantes y a los animales. Y sobretodo quiero a mi padre con todo mi corazón. Sé que me necesita más que nunca y no pienso dejarlo nunca más sin mi compañía.

-No te comprendo, cambiar un mundo de glamour por el desierto y las fieras. Pero, es tu decisión. Si alguna vez cambias de opinión, te estaré esperando con los brazos abiertos.

 

Nos besamos y abrazamos emocionadas.

Las despedidas fueron duras. Todo el personal se había portado genial conmigo, desde la estilista, la costurera, las demás modelos y mi jefa, hasta los colaboradores en la decoración de las pasarelas.

Nunca los  olvidaría.











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