Antes Despues

Gracias a esas ayudas y a mi primer entrenador en Suiza, pude conseguir una beca e ingresar en la escuela de patinaje de Canadá.

Soplo mis fríos dedos, a pesar de llevar guantes. Empiezo a ir más deprisa. Oigo como alguien se acerca, no quiero mirar atrás, tengo miedo. Casi empiezo a correr y mi perseguidor acelera el paso, solamente me queda doblar una esquina y ya me encontraré a salvo. Cuando voy a alcanzarla, unas fuertes manos me sujetan por la espalda y me tiran al suelo. Intento forcejear con el intruso. Noto algo frío en la garganta. Y una voz muy ronca me susurra al oído:

-¡Estate quietecita, si no quieres que ahora mismo, te corte el cuello! ¡Dame todo lo que tengas!

Estaba temblando, no atinaba ni a hablar, las manos las tenía agarrotadas del frío y el miedo.

Me pinchó un poco y noté como salía unas gotas de sangre que corrían por mi cuello, empapando mi bufanda.

-¡Deprisa idiota!

Era incapaz de soltar mi mochila con los patines, me había costado mucho esfuerzo comprármelos. Era lo más valioso que tenía.

Me dio un empujón fuerte y me tiró de espaldas al suelo, donde llevaba colgada mi bolsa, con todas mis pertenencias personales.

Sujetaba el asa con mis manos, como si me fuera la vida en ello. Estaba tan agarrada a ella, que no podía quitarlas y el delincuente por más que me golpeaba y zarandeaba, no se hacía con mi bolsa.

Comenzó diciendo improperios, a rajar la mochila y sacar el contenido.
Me revolví contra él, en un vano intento de detenerle.

-¡Estúpida, estate quietecita o te mato ahora mismo!
Con un fuerte navajazo, me rajó el antebrazo, haciéndome un profundo corte y un chorro de sangre empezó a salir a borbotones.

Fue cuando solté mis pertenencias, para sujetarme el brazo con la otra  mano y taponar la hemorragia.

El malhechor, huyó con mis únicas posesiones.

Mi vista se desenfocó y veía puntitos negros. Antes de desmayarme y quedarme tendida en el congelado suelo, unas manos me sujetaron y me apoyaron con cuidado.
Lo último que contemplé, fueron unos preciosos ojos plateados, en un rostro varonil.











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